Se cumplen 90 años de la primera exploración petrolera en Tartagal

By  Cristina Carrazán - Diario El Tribuno (Salta - Argentina) Abr 17, 2017

Este año, en un contexto bastante difícil para la industria del gas y del petróleo de nuestra región, cuando las inversiones para generar más oportunidades productivas y más fuentes de trabajo genuina para los norteños se retacean; con una globalización que hace que empresas provenientes del otro lado del mundo como China, lleguen para explorar el potencial hidrocarburífero del norte y se retiren dejando salarios sin abonar y deudas con empresas de servicios locales heridas de muerte que aguantan como pueden, es bueno recordar de dónde venimos respecto de esta industria que fue, es y seguirá siendo a pesar de todo la principal impulsora del desarrollo del norte.

Hoy más que nunca el gas y el petróleo son vitales para este mundo, tal cual lo conocemos; sería difícil imaginarnos el siglo XXI sin gas o sin petróleo porque ambos son la energía que mueven al mundo. Y el norte de Salta -como lo hace desde hace más de un siglo- sigue aportando esa energía, aunque los beneficios que recibe no sean directamente proporcionales a su aporte, aunque eso es materia de otro análisis. Pero es bueno recordar cómo comenzó a moverse ese engranaje y lo más importante el nombre de quienes impulsaron en sus comienzos -desde diferentes trabajos o actividades- esta gran industria.

Jorge y Costa Zottos nacieron en Famagusta, un lugar ubicado en la costa este de la Isla de Chipre, bañado por las aguas cristalinas del mar Mediterráneo; tenían un hermano menor (Louiso) y dos hermanas pequeñas Zecla y Androniki.

La gran aventura americana

Al cumplir 20 años Jorge y 16 Costa, decidieron dejar su tierra y emprender la gran aventura hacia América del Sur. Pero lo primero era llegar a Londres (Chipre era una colonia del Reino Unido que otorgaba los documentos personales a los habitantes de la isla) para obtener los permisos correspondientes y seguir su travesía.

Dos años vivieron en Londres los muchachos trabajando y juntando algo de dinero antes de que Jorge emprendiera el viaje de un poco más de un par de semanas en barco hasta llegar al puerto de Buenos Aires; su hermano menor quedó en Londres esperando para seguir sus pasos, según fuera lo que el muchacho encontrara en el nuevo continente.

A diferencia de otros inmigrantes, apenas arribado al puerto, Jorge no se quedó a probar suerte en Buenos Aires sino que emprendió su viaje en tren hacia el norte hasta llegar a la localidad de Embarcación para trabajar en uno de aquellos tradicionales almacenes de ramos generales (allí los pobladores encontraban alimentos, prendas de vestir, herramientas, medicamentos, repuestos para los medios de transporte de la época o lo que fuera).

Compatriotas

Y es que los dueños eran dos chipriotas que identificaron su comercio con sus apellidos: Cristodulis y Clinis. A Jorge le tocó en suerte hacerse cargo de una sucursal que los griegos abrieron en Pastor Senillosa, hoy General Ballivián, ubicada unos 25 kilómetros más al norte de Embarcación.

En la mirada de los americanos que en esos años administraban y dirigían los trabajos de la Standard Oil Company -que había obtenido las concesiones petroleras de Argentina en el norte de Salta- y que exploraba Aguas Blancas, Tartagal, Lomitas, Ramos y San Pedro -todas ubicadas en las sierras de San Antonio, al oeste del departamento San Martín- Pastor Senillosa era la puerta de entrada a toda esa región.

Cientos de trabajadores provenientes de tantos lugares de la Argentina y de otros países veían en ese punto de la geografía salteña el futuro; y no estaban equivocados. Y Senillosa era el lugar por dónde llegar a cada locación que se extendía varios kilómetros al norte en medio de los cerros.

Rápido de reflejos Jorge Zottos vio que en Ramos -hoy un yacimiento alejado de todo centro urbano y a unos 50 kilómetros al oeste de la ruta nacional 34- era un punto importante para abastecer de mercadería y todo lo que necesitaran los cientos de trabajadores de la Standard y allí se instaló.

Otra ventaja que debió tener fue el hecho de hablar con fluidez el idioma inglés y comunicarse con facilidad con técnicos, ingenieros de la Standard Oil Company que dirigían las operaciones en los yacimientos petroleros, en ese entonces, ya que el gas no importaba.

Varios años vivió y trabajó entre Ramos y San Pedro, el segundo un gran campamento del que hoy solo quedan ruinas, pero que tenía escuela, canchas de tenis y viviendas, muy similares a lo que con los años pasó a ser Campamento Vespucio.

Y cuando decidió emprender su viaje a Tartagal, en el primero que pensó fue en su hermano menor, Costa, que en Londres esperaba su llamado. Cuando el muchacho llegó, ambos se trasladaron a Tartagal y le pusieron al negocio que levantaron en el pueblo que recibía inmigrantes de todo el mundo, un nombre muy sugestivo pero que traduce la alegría que los muchachos debieron sentir al reencontrarse. "El hogar feliz de los hermanos Zottos".

En Tartagal ambos se casaron, Jorge con Anastasia, una chica chipriota que vivía en Salta y había llegado de paseo a Tartagal en el año 1950, pero quedó atrapada para siempre por el amor de Jorge. Y su hermano menor, Costa Michael, con Terpsicore, una bella muchacha de origen yugoslavo que llevaba el nombre de la musa griega inspiradora de la poesía y la danza, y a quien conoció en un viaje en que regresó a visitar a su familia en Chipre.

Costa regresó con su esposa a Tartagal, pero la vida de ambos hermanos ya era otra. Seguramente más cómoda que en los tiempos en que Jorge -con 20 años recién cumplidos- llegó al norte argentino, un lugar en el mundo tan diferente al que conocía.

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